El Llamado

¿Alguna vez se a encontrado en un cuarto lleno de personas hablando en un nivel tan alto que se ha visto con la necesidad de prácticamente gritar para tener una conversación? ¿Si? Ahora, ¿Podrás recordar un momento en el cual dentro de todo ese estruendo alguien llamo tu nombre e inmediatamente la voz del que te llamo sobresalió de entre todos? Estoy seguro que de una o otra forma te puedes identificar con ese ejemplo. Vez, hay algo especial en nuestro nombre. Nuestro nombre nos separa de los demás en un cuarto, asamblea, o familiares. Aun en los restaurantes, cuando se entra a comer, lo primero que hacen es pedirle la cantidad de personas que vienen con usted y luego, su nombre, para poder llamarlo cuando su mesa este lista.

En contraste a esto, ¿Alguna vez se te a acercado alguien, y tocándote, a dicho, “llevo llamándote hace tiempo y no me escuchas”? En ocasiones somos tan sensibles cuando alguien nos llama por nuestro nombre, y en otras, no escuchamos. En ocasiones el que no escuchemos el llamado no hace daño, mas en otras, hace mucho daño.

Ahora, ¿De cual llamado estoy hablando? En esta ocasión, hablo del llamado espiritual de Dios a la humanidad. Dios llama al que aun no lo a conocido para que le conozca, llama al que se a alejado de él para que nuevamente se acerque, llama a la mujer herida para sanarle las heridas, llama a el matrimonio a punto del divorcio para restaurarlo, llama al joven rebelde para encaminarlo, llama al Pastor entristecido para consolarlo, llama a una iglesia quebrantada para nuevamente darle forma, y llama al cristiano para enviarlo. Pero amado hermano o hermana, amigo o amiga, joven o jovencita, lo único que Dios hará es dar el llamado y en nosotros resta la decisión de escuchar esa voz en medio del estruendo de nuestra propia vida, o pasarlo por alto.

La Biblia nos muestra hombres que escucharon el llamado y otros que no lo escucharon. La Biblia nos muestra que Abel escucho el llamado pero Caín no, Josué y Caleb lo escucharon pero Israel no, y cuantos ejemplos pudiéramos traer de aquellos que rehusaron responder al llamado.

Jesús dice,
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)
No conozco donde te encuentras en la vida, pero si se que en cada etapa de la misma Dios nos da un llamado. Permita Dios que en tu vida respondas a Su Llamado.