El Verbo

Lo que existe en la mente del hombre determinara su estado actual. Si solamente habitan pensamientos de inmoralidad, vivirá una vida inmoral; si habitan pensamientos de mal, vivirá una vida de maldad. Por tanto, pudiéramos decir que tiene importancia lo que pensamos en el diario vivir. La Biblia dice, Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él. (Proverbios 23:7) 

¿Con que alimentas tus pensamientos?

Vivimos en una época donde lo más que abunda son aquellas cosas que entretienen nuestras mentes pero no las alimentan y, por otro lado, también están las que destruyen matrimonios, amistades, ministerios, hijos, padres, empleos, etc. Estamos en la era de la información, por tanto, todos nos creemos más sabios que nuestros antepasados; y estamos dispuestos a poner signo de interrogación en aquello que claramente en un momento se nos enseñó que era equivocado. Tristemente, en esa lista larga de cosas que se comenzaron a cuestionar se agregó la Biblia, El Verbo de Dios.

La Biblia dice, En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Juan 1:1,14). El error más grande que puede cometer el hombre es cuestionar a Dios y decidir como nosotros le servimos a él, en lugar de dejarlo a él, enseñarnos como se le sirve. Hemos tomado el lugar de Dios, con nuestras universidades, colegios, y doctorados nos hemos sentido tan sabios que en nuestra sabiduría ha llegado la insensatez. Vez, amado amigo, el Verbo, llamado Jesús, llego para darnos forma a nosotros y no para ser desfigurado por nosotros. Puede ser que la carne de Cristo la desfiguramos, pero su Palabra jamás será desfigurada. Es mi oración que el Verbo tome forma en nosotros y que nuestros pensamientos, habitando continuamente en él, nos lleven a vivir para él.